Edurne Trancho: “Estoy jubilada, pero los jóvenes no me llegan ni a la suela del zapato”
Ejemplo durante todo «MasterChef», quedó tercera y encandiló al chef Jöel Robunchon
Aunque Edurne Trancho (Tolosa, 65 años) quedó tercera en la gran final de «MasterChef 5», ella cree que su paso por el concurso fue todo un triunfo. «Salí a la calle el día del Orgullo y en todas partes me conocían. Me trataban con mucho cariño y respeto, pero madre mía, casi me tengo que marchar a casa», bromeaba en conversación telefónica con ABC. Edurne se presentó al casting con sus dos hijos, que pasaron varias pruebas, aunque solo ella llegó a la meta. Su desparpajo, generosidad y buen hacer la convirtieron pronto en una de las favoritas del público y del chef Joël Robuchon, con 28 estrellas Michelin, al que conquistó con un menú compuesto por ravioli de alubias de Tolosa, manitas de cordero y fusión de cítricos.
Joël Robuchon prometió que apuntaba su invitación para ir a Tolosa. ¿Ha acudido finalmente a su casa?
Aún no, pero yo le he escrito una carta muy bonita dándole las gracias. Además de lo que se vio en televisión, mientras estábamos celebrando me agarró de la manita y me dijo un montón de cosas más. Eso fue el mejor premio de toda la noche, así que le escribí una carta de agradecimiento.
¿Cómo vivió la final?
Con toda naturalidad, ni las cámaras ni nada me han dado miedo. Robuchon es una eminencia, fue un regalo y quería que me saliera todo perfecto. Todo lo había hecho 800 veces y luego en las manitas en vez de un cordero me pusieron un carnero, pero bueno, las que somos cocineras sabemos darle la vuelta a las cosas. Eran tres platos que había hecho un poco diferentes. Al final las bolas (esferificaciones) no salieron, pero no pasa nada.
¿De dónde heredó gusto por la cocina?
Cuando me casé no sabía hacer la o con un canuto, nunca puse atención. Pero como siempre me gustó comer, al final aprendí a cocinar. A los que nos gusta la comida acabamos aprendiendo a cocinar. Entre libros y demás si no sabes a estas alturas, apaga y vámonos. Además, me casé con un riojano, Allí la cocina es maravillosa, y yo soy vasca.
¿Qué planes tiene ahora?
Hay que aprender, así que haré el curso del Basque Culinary Center que gané y me iré unos días. Aunque todas estas cosas raras a mi marido no se las voy a hacer, porque él es de sota, caballo y rey. Ahora estoy descansando un poco. Hay que coger fuerzas porque han sido meses de mucha intensidad.
¿No le apetece abrir algún negocio?
Uy, si lo abro será de cara a mis hijos, que cocinan muy bien porque les he enseñado yo. De hecho, el chico vino conmigo al casting, pero no me hizo caso, le dije que preparase las cocochas como le había dicho, no me hizo caso y la cagó. Pero saben cocinar. Que abran alguna cosa pequeña, pero lo que les digo, yo mucho dinero no quiero, que no me hagan meterme en préstamos a estas alturas. Un libro con mis recetas sí me gustaría hacer, o algún programa en el que salga diciendo cuatro verdades. Ahora estoy jubilada, pero los jóvenes no me llegan ni a la suela del zapato. He estado desde los 15 años trabajando. Antes regentaba zapaterías y no es solo trabajar las ocho horas que se marca.
¿Tiene relación con otros MasterChef?
Con todos no, algunos viven fuera… La semana pasada bajamos a Madrid y quedamos Laila, Elena, Silene y yo. Pasamos una velada maravillosa. Hay que llevarse lo bonito de la convivencia y olvidar lo demás.
¿Cómo se llevó con los jueces?
Conmigo se portaron genial. Cuando lo hacía regular me decían: «Calla, no digas nada». Hubo un momento en que lo pasé muy mal, me planteé no seguir porque había muerto mi madre. Estar sin la familia al final te va minando y ese día tenía el día malo yo. Luego, cada uno tiene que hacer su papel. Jordi es una maravilla, aunque era el que daba más collejas, Pepe es comilón y Samantha es un amor.
Dicen que ha sido una edición con más reality y con favoritismos.
La prensa a veces quiere hurgar en cosas pequeñas y aumentarlas. Entre Miri y Jorge, por ejemplo, habrá habido algo, pero son libres y jóvenes. No tienen ninguna cadena. Allá ellos. En el caso de Miri, igual ha habido algo, no favoritismo, pero es la más niñita de la casa, es normal que le digan alguna cosita. Conmigo también hubo favoritismos. Por ser mayor los jueces no me han dicho una palabra más alta que otra. A mí eso me entra por un oído y me sale por otro. No va a ser todo plano, es televisión, hay que echarle un poco de salsa.
¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de la experiencia?
Lo mejor, haber conocido a las personas y todo lo que nos han enseñado. He aprendido tanto de cocina… Las clases han sido muy intensas. Y eso que yo ya no tengo 30 años, me cuesta más aprender. Pero para mí ha sido una experiencia. Quién me iba a decir que a mi edad iba a vivir esto. Lo que más pena me da es que mi madre no haya podido ver todo el programa. Lo habría disfrutado mucho. Siempre le preguntaba a mi hija: «¿Qué hace Edurne ahí, si sabe más que ninguno?» Ella le decía: «No te preocupes amona (abuela), que gana mucho dinero». Y respondía: «Bueno entonces».
Helena Cortés
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